miércoles, 3 de agosto de 2016

Acerca de la pintura en el Uruguay...

La pintura en el Uruguay (Breve reseña desde 1830 hasta 1950)
Los campos de la Banda Oriental, en los que hoy se inscribe el territorio de la República Oriental del Uruguay, fueron desde los orígenes de la colonia tierras de “ningún provecho”, sin metales preciosos sin lugares de asiento para el poder político de la Corona, solamente dedicadas a la reproducción libre del ganado vacuno y caballar, a la faena y al comercio de carnes y cueros, a las vaquerías del mar.
Montevideo, fundada hacia 1725, comenzó a recibir a principios del siglo siguiente algunos viajeros europeos dedicados a las ciencias naturales, a la investigación de la geografía, de la flora y de la fauna, interesados además por el estudio de las costumbre locales, al incrementarse las actividades comerciales entre Europa y América.
Así llegan los primeros dibujantes y pintores, muchos de ellos provenientes de academias italianas, alemanas y francesas, a bordo de navíos que participaban de campañas científicas y militares en la región. Ellos son los primeros relatores gráficos de estas tierras, pero su obra no constituye un aporte sustantivo a la creación de bases para un arte nacional.
Sólo parce posible hablar de una pintura uruguaya a partir del momento en que esta técnica, de larga tradición en las escuelas europeas, comienza a ser practicada por artistas uruguayos (un país que se había declarado independiente en 1830) ante el compromiso de plasmar imágenes que ayudarían a definir una idea colectiva de la historia y de la familia nacional. Es por este motivo que suele considerarse a Juan Manuel Blanes, nacido en Montevideo en 1830 y muerto en Italia en 1901, el primer pintor uruguayo (o el “pintor de la patria”).
Sus temas van desde el retrato de personas de su amistad y del ambiente social y político, hasta la fijación de pequeñas escenas costumbristas rurales y la interpretación de momentos decisivos n la historia nacional y americana. Evoca al gaucho, episodios de la independencia, la representación de figuras políticas y personajes del patriciado oriental.
Entre sus cuadros más conocidos están: el retrato de Carlota Ferreira, Un episodio de la Fiebre Amarilla en Buenos Aires, El Juramento de los Treinta y Tres Orientales, la Paraguaya, entre otros.
Hacia fines de siglo, en Europa, surge una pintura cuya finalidad es la captación de estados anímicos a través del paisaje al aire libre, analizando la atmósfera de la luz natural, la dinámica del color y por la geometría compositiva del cuadro.
Los uruguayos que viajan a estudiar pintura a Europa hacia el 1900 reciben de modo indirecto estas primeras lecciones de pintura moderna.
Juan Manuel Blanes muere, precisamente, al iniciarse en el Uruguay este movimiento de pintores coloristas.
Carlos Federico Sáez, que comienza a pintar siendo casi un niño en 1890 y muere en 1901, realiza una obra vigorosa que anuncia esa nueva etapa de la pintura nacional, obra que pone de manifiesto el acto mismo de pintar, el acto de exaltar la realidad interior del artista.
Entre el año 1900 y 1920, se suceden en Uruguay instituciones que promueven la formación, la producción y el intercambio de ideas entre los artistas. En 1905 se funda la escuela del Círculo de Bellas Artes y se aprueba la Ley de Becas en 1907. Surge una nueva promoción de pintores formados en París, como por ejemplo Carlos María Herrera y Pedro Blanes Viale como pintores uruguayos.
En 1920 surge la escuela “planista”, donde se destacará José Cúneo y Guillermo Laborde, así como también Carmelo de Arzadun y Petrona Viera, entre otros. Ellos usarán pintura de colores puros y estridentes, extendidos en superficies planas y recortadas entre sí, cuya combinación generaba las figuras y los efectos de luz, por ese motivo se le llamó pintura “planista”.
Otros como Rafael Barradas, estarán ajenos a dicha escuela.
En 1934 llega Pedro Figari para radicarse en su país, muere cuatro años después. También llega Joaquín Torres García (nacido en 1874), un uruguayo que había dejado Montevideo a los dieciséis años de edad y regresaba después de una larga e intensa trayectoria como artista vinculado estrechamente con los movimientos de vanguardia en Europa.
En 1942 se crea el Taller Torres García, donde el pintor dictó clases hasta su muerte, en 1949.



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